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play_arrowT6E9.2 AFTER SCIENCE Comunicación Científica: El puente entre la academia y la sociedad
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Hace unos años, esto hubiera parecido magia, pero hoy es la base de toda una infraestructura tecnológica que está transformando radicalmente la forma en que vivimos, trabajamos y aprendemos. Antes que nada, para entender la revolución actual, debemos recordar de dónde venimos. Si naciste en el siglo pasado recordarás los disquetes, esos dispositivos grandes o incluso los pequeños de tres pulgadas. Procesar información en esos tiempos podía tardar horas. La capacidad de cómputo era limitada, y si querías almacenar información, tenías que hacerlo localmente en máquinas que ocupaban un gran espacio físico.
Cuando decimos que una película de Netflix está en la nube, o que publicas un post en Facebook, significa que toda esa información se gestiona remotamente. Estos clouds públicos están en centros de procesamiento de datos localizados estratégicamente para que podamos acceder a nuestros archivos rápidamente.
Antes, mantener la infraestructura (servidores, data centers) era una inversión colosal. Hoy, gracias a empresas como Google, Microsoft y AWS, donde incluso existen edificios enormes llenos solo de racks de servidores, la capacidad de cómputo se ha disparado y ahora mucho más accesible. Esto permite que empresas como Globant puedan proveer servicios a clientes gigantes como Google, Disney, Meta o la FIFA, apalancándose casi totalmente en la nube; de hecho, no poseen un data center propio para dar hosting, sino que utilizan los servicios de estos grandes proveedores.
La IA simplemente no hubiera sido posible si no hubiese existido la nube. La nube proporcionó la capacidad enorme para trasladar y procesar los datos a gran escala, siendo un facilitador fundamental para que los LLMs (Grandes Modelos de Lenguaje) y toda la IA que usamos hoy se convirtieran en realidad. Con los últimos avances en la IA Generativa, esta se ha convertido en una especie de “copiloto” o asistente a nuestro lado. Pero el uso de esta poderosa tecnología no está libre de retos.
Un equipo de investigación ha encontrado que los modelos que utilizan procesos de razonamiento más elaborados (como los necesarios para filosofía o álgebra abstracta) generan muchas más emisiones que aquellos que solo ofrecen respuestas predictivas. Esto se debe a que pueden generar hasta 15 veces más tokens. La solución pasa por educar a los usuarios para hacer preguntas más precisas, usando modelos complejos solo cuando sea necesario; algo así como usar el agua solo en la cantidad y momento que se necesita.
En el desarrollo de software, por ejemplo, la IA ya automatiza procesos que antes requerían horas de trabajo humano. Por ejemplo, ahora la IA se encarga de revisar y corregir errores de código. Empresas pioneras están incluso vendiendo la capacidad intelectual apalancada en IA, cotizando proyectos por tokens o “AI Pots” (conjuntos de personas acompañadas de IA), en lugar de por hora-hombre.
Sin embargo, en este mundo hiperconectado y automatizado, la Inteligencia Humana sigue siendo insustituible. A pesar de sus grandes capacidades y aunque los modelos de IA parezcan razonar, carecen del todo sentido ético, la empatía y la capacidad de gestión de personas que poseemos los humanos. Por eso, el desarrollo de habilidades blandas o power skills (como el liderazgo, la gestión de equipos y la socialización) es crucial. No basta con ser un crack técnico; se necesita una combinación de pasión por la tecnología y visión de negocio.
El desafío para la adopción de la IA en las empresas no es solo el presupuesto, sino tener un plan de negocio claro y entender de tecnología. De hecho, ya se están buscando perfiles que manejen la IA, y en las entrevistas de trabajo es común que te pregunten cómo optimizarías un proceso de ventas usando inteligencia artificial.
La tecnología está en constante evolución, y cada día se necesitan más mentes curiosas y apasionadas que se capaciten en su uso. Pero, ahora que la tecnología puede automatizar casi todo, la pregunta que queda por responder es: ¿cómo cultivaremos nuestra inteligencia humana —la empatía, creatividad y ética— para asegurar que esta tecnología siga sirviendo a la humanidad?.
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¡La curiosidad nunca duerme, y la aventura continúa!
Written by: Rob Vallejo
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